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La era de los dinosaurios voladores

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Cormorán moñudo ( Phalacrocorax aristotelis ) posado, Formentera. La nanoestructura y grasa de sus plumas repele el agua a modo de aislante. L os dinosaurios no se extinguieron, asumámoslo. Sus estrategias evolutivas les confirieron ventaja sobre el resto de grupos y dominaron la Tierra durante cerca de 135 millones de años (ahí es nada) en los que se diversificaron dando lugar a multitud de formas. Allá por el Jurásico algunos de ellos pertenecientes a los terópodos dieron un paso que marcaría una diferencia tremendamente importante en su futuro evolutivo: desarrollaron plumas. Entonces llegó aquel evento de extinción K/Pg (Cretácico/Paleógeno) provocado por un meteorito que hace 66 millones de años puso fin a muchísimos linajes de dinosaurios. Pero no a todos. Algunos de estos terópodos resistieron a esta extinción y lograron sobrevivir otros 66 millones de años más, diversificándose en multitud de especies que aún hoy se encuentran entre nosotros. Los podemos ver y oír c

Fuera de lugar

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Inflorescencia de oreja de oso ( Ramonda myconi ) en el cañón de Añisclo (Huesca). E l clima era cálido y húmedo en todo el globo. La corriente circumpolar ártica aún no existía, por lo que el contraste climático entre el ecuador y los polos era muy débil. Las plantas tropicales, favorecidas por estas condiciones, se extendían hacia los polos llegando a sobrepasar los círculos polares, dónde formaron bosques de hoja ancha y caduca, creciendo incluso palmeras y baobabs en la costa de la Antártida (como demuestran los análisis del polen encontrado en el continente helado). Los mamíferos nos extendíamos y diversificábamos rápidamente por el planeta, disfrutando de la abundancia de alimentos que nos brindaban estos bosques y de la poca competencia que nos había dejado la extinción del Cretácico-Terciario (siendo correctos Cretácico-Paleógeno: la del meteorito) Así estaba el panorama en la Tierra durante el Eoceno (hace 56 m.a.), cuando entre otras muchas plantas tropicales, las

Vuelta atrás

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Ejemplar joven de foca moteada (Phoca vitulina) reposando sobre su vientre. Son visibles sus extremidades posteriores transformadas para el nado. S iendo mamíferos y habiendo evolucionado fuera del agua, los pinnípedos ( Pinnipedia ) presentan pulmones, pelo, mamas… Sin embargo, hace cerca de 24 millones de años, en el Ártico, los antepasados de este grupo volvieron al agua de los océanos donde encontraron un nuevo nicho que explotar. En él encontraron menos competencia por el alimento, y menos presión por parte de los depredadores terrestres, pero para poder aprovechar este medio tuvieron que transformar su cuerpo al medio acuático del que una vez salieron. Lo adaptaron a las frías aguas oceánicas, mediante una gruesa capa de grasa bajo su piel. También al nado, adquiriendo una forma hidrodinámica al acortar y transformar sus extremidades (quiridios) a la propulsión dentro del agua. En este sentido, los fócidos o focas verdaderas ( Phocidae ), que se desplazan a saltos sobr

Vivir en las islas

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Podarcis pityusensis formenterae  aprovechando los primeros rayos de sol en Formentera. L a evolución nos afecta a todos los seres vivos; no es nada nuevo. Sin embargo, hay multitud de factores que hacen que la presión ejercida por la tan conocida (y no siempre comprendida) selección natural actúe de forma más contundente sobre unos organismos que sobre otros. El aislamiento geográfico es uno de esos factores que cuentan con un gran protagonismo en la historia evolutiva de los de seres vivos; y muchas veces conocer un poquito de la historia geológica de nuestro planeta nos ayuda a explicarnos por qué podemos encontrar una especie en una zona en particular y no en otra de condiciones similares. Hoy nos ocupa el caso de la lagartija de las Pitiusas ( Podarcis pityusensis ), habitante de esas pequeñas islas mediterráneas tan conocidas (también por su biodiversidad) que son Ibiza, Formentera y los islotes que las rodean. Estas islas e islotes quedaron separados entre sí después

El tercer pétalo

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Inflorescencia de Orchis mascula de un ejemplar creciendo entre Cistus ladanifer  en el monte de El Pardo (Madrid). P ara mucha gente son flores exóticas que sólo podemos ver en las regiones tropicales o en las floristerías a precios elevados y con unos cuidados muy difíciles; pero las orquídeas (Orchidaceae) conforman una de las dos familias de plantas más diversas (junto con Asteraceae, las compuestas), con cerca de 25.000 especies diferentes y una relativa facilidad para hibridar de forma natural. Es cierto que en los trópicos dicha diversidad alcanza su máximo, pero las orquídeas aparecen en multitud de hábitats diferentes y podemos encontrarlas distribuidas por todo el planeta, a excepción de los polos y los desiertos de arena. Una de las características más llamativas de esta familia son las formas y colores de sus flores, que han evolucionado siguiendo de los modos más originales posibles para asegurar su polinización, que suele ser entomófila (llevada a cabo por ins

Narcisismo evolutivo

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Narcissus assoanus  en flor en claro de bosque de Buxus sempervirens . Campodarbe (Huesca). U no de los obstáculos más importantes a los que se enfrenta todo ser vivo para asegurar la supervivencia de su especie y avanzar en cuanto a evolución se refiere, reside en el intercambio genético entre individuos. Pero cuando nos centramos en las plantas, en su mayoría sin capacidad locomotora y dependientes de un sustrato concreto para su supervivencia; las dificultades para encontrar un método de cruzar sus gametos con los de otros individuos hacen ese obstáculo aún mucho más difícil de superar. Sin embargo, con el surgimiento de las angiospermas, hace 140 millones de años, el reino vegetal da un gran salto en este sentido. El propio Charles Darwin hablaba del "abominable misterio" al buscar una explicación a la rápida expansión y diversificación de las angiospermas por todo el planeta y sobre otros grupos vegetales en un periodo de tiempo tan breve, evolutivamente habla

Viajeras incansables

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Vanessa atalanta  en un claro de bosque de Q. rotundifolia . Monte de El Pardo (Madrid). S ufren una de las metamorfosis más espectaculares de todo el reino animal, cuentan con millones de escamas recubriendo sus alas y llevan a cabo impresionantes migraciones a lo largo de todo el globo. Las mariposas son uno de esos grupos de animales que ha suscitado gran interés a lo largo de la historia, tanto entre estudiosos de la biología como entre el público en general. Si bien la mayor parte de las personas estamos familiarizadas con estos insectos del orden Lepidoptera tan presentes en casi cualquier hábitat; lo cierto es que la cantidad de ellos que conocemos pone de manifiesto lo muchísimo que nos queda por descubrir. Si en la península ibérica habitan la nada desdeñable cifra de 229 especies de mariposas diurnas, cuando consideramos las cerca de 4.300 especies de lepidópteros nocturnos ibéricos es cuando nos podemos hacer una idea de todo lo que nos pasa desapercibido dentro d